Es el extranjero más querido de la historia de la U de Chile. También tuvo un altercado con el próximo técnico de la Selección. Dice: «A Sampaoli en la Selección lo veo bien desde el juego; tengo mis dudas respecto del manejo del grupo».
Diego Rivarola no es una figura relevante en la historia del fútbol argentino. Su nombre invita a la confusión -con Guillermo, aquel defensor de River- o al olvido. Jugó poco. No se destacó. Sin embargo, este delantero que se formó en las inferiores de Murialdo y de River y que jugó en la Primera de Platense es una celebridad del fútbol chileno. Sobre todo, de uno de los dos equipos más populares: la Universidad de Chile. Quienes conocen en detalle lo cuentan sin dudar: es el extranjero más querido y más valorado en la historia de la U. No hay casualidad, en consecuencia: además de ser hombre de consulta de las autoridades del club, Rivarola es Embajador del club en el mundo. Es decir, la cara que la U decide mostrar de sí misma. Este mendocino nacido hace cuarenta años se lo dice ahora a Clarín: «Este club es mi lugar en el mundo».
-¿Cómo es ese vínculo tan fuerte?
-Me resulta difícil de explicar. Cómo se fue dando una relación tan fuerte. Aún hoy me sorprendo con el trato que recibo de toda la gente de la U. En la calle, en la cancha, en un shopping.
-Tal vez sea por los 101 goles que convertiste…
-Sí, esa es una de las razones. Pero creo que tiene que ver mucho más con el afecto. Con el trato que me dan…
-¿Serán los goles en los clásicos contra Colo Colo?
-Eso influyó e influye mucho. Porque la verdad es que pasaron muchos extranjeros mejores que yo, pero eso marca la diferencia en el sentimiento de la gente.
-¿Cuántos goles les hiciste?
-Catorce, entre oficiales y amistosos. Y les gané casi siempre, encima…
-Dicen que hay algunos goles tuyos que todavía se siguen gritando. ¿Cuáles son los que vos más recordás?
-Hay dos. el primero fue en el Monumental, en 2001. Y me subí a la reja y a la gente le quedó esa imagen. Encima abajo tenía una remera de Dragon Ball y eso pegó. Mi amigo Mario Parra me la había hecho. Y también de ese momento nació el apodo de Goku. Aunque en realidad no era Goku el de la imagen…
-¿Y el otro?
-El otro fue en 2011, sobre la hora. Ese fue un momento clave del equipo. Porque en aquel momento (Jorge) Sampaoli estaba en duda. Y se decía que si no ganábamos se iba a ir… Y vino ese gol. Y después no paramos de ganar.
-Antes de ese gol, habías tenido algunos problemas con Sampaoli. ¿Cómo fue?
-Había una lista con tres o cuatro jugadores que el técnico no quería. Y uno de ellos era yo. Y cuando eso trascendió, los hinchas tomaron partido por mí.
-No te quería en el plantel y lo salvaste…
-Sí, algo así… En realidad no pudo conmigo por la presión de la gente.
-¿Se manejó mal con vos?
-Hubo un problema: Sampaoli no fue claro de entrada. Y eso complicó la relación.
Cristopher Antúnez -periodista chileno de radio Universidad de Chile; autor del libro «2011, la historia de un equipo rebelde- cuenta sobre aquellos días, ante la consulta de Clarín: «A Sampaoli no le gusta el jugador viejo, quizás por lo fuerte que trabaja en los entrenamientos o porque no quiere vivir nunca más lo que le pasó con el histórico José Soto en Sporting Cristal (lo borró y el camarín le terminó haciendo la cama por esta decisión). El técnico tenía decidido no contar con Rivarola en ese exitoso 2011 para Universidad de Chile. La directiva y la barra le hicieron sentir desde el primer minuto «que con ese no se podía meter». A regañadientes el casildense aceptó, pero lo relegó al banco».
-Diego, ¿cómo viviste aquel momento?
-Siempre tuve claro lo que quería: ofrecer lo mejor para la U. A pesar de todo.
En aquellos días, la hinchada del equipo azul creó una suerte de himno que se cantó todo ese año. Tenía un destinatario: «Sampaoli, Sampaoli, yo te quiero recordar / Rivarola es lo más grande / lo queremos ver jugar».
Sin embargo, después de aquel gol decisivo en el duelo ante Colo Colo, Sampaoli -convencido, tenaz- insistió: «Rivarola no está para más de 30 minutos». Recuerda Antúnez respecto de aquellos días: «La guerra estalló, declaraciones cruzadas que terminaron con una reunión privada de ambos en la habitación del técnico en un hotel en Concepción: se dijeron de todo. La paz volvió a la U, pero concluido el año, con tres copas en el bolsillo, Sampaoli tenía derecho a todo, incluso a pedirle el retiro a un ídolo del club como lo es Diego Rivarola». Y eso pasó.
-¿Cómo lo ves a Sampaoli ahora?
-Más maduro. Sigue teniendo las ideas de juego muy claras. Cambió algunas cosas en el camino. Sobre todo en el modo de jugar. Se hizo más flexible, parece.
-¿Y cómo lo ves para dirigir al seleccionado argentino?
-Futbolísticamente lo veo bien; no estoy seguro en cuanto al manejo del grupo.
-¿Y cómo observás al fútbol argentino desde afuera?
-Con mucha tristeza. Es muy feo verlo así. Tan desordenado, sin rumbo. Pasan cosas poco claras. Da lástima para cualquier argentino que quiere que la AFA sea otra cosa…
-¿Creés que eso repercute en la Selección?
-Y sí. Es inevitable. Esas desprolijidades de los que conducen también se trasladan.
-¿Imaginás un Mundial sin Argentina?
-No me parece… Ojalá que no suceda.
Más allá del fútbol argentino y antes y después de sus tres ciclos en la U, Rivarola tuvo un un recorrido por otros equipos de Chile (se destacó en Santiago Morning; fue fugaz su paso por Palestino), jugó en Atlas de México, en Unión Maracaibo de Venezuela y en AIK Larnaca de Chipre. De cada lugar tiene alguna anécdota para contar. Pero ninguna supera lo vivido bajo el cielo azul de la U.
-Llegaste a Chile para jugar en 1999, ¿cómo fue el progreso del fútbol de ese país para llegar a ser bicampeón de América?
-Ya venían creciendo. Pero fueron mejorando mucho en infraestructura. Había déficit de estadios y lo fueron mejorando. En cuanto al juego, la llegada de entrenadores y de jugadores del exterior, sobre todo de Argentina, también fue importante.
Fuente:Clarín