El presidente de la AFA será ratificado este martes por cinco años más, con opción a otros cuatro. De sus comienzos de barrendero hasta su actualidad, en la que con base en los votos del ascenso logró el apoyo de los grandes.
Un hecho inédito se dará este martes por la en la institucionalidad del fútbol argentino. Por primera vez en casi 40 años, un presidente de la Asociación del Fútbol Argentino será reelecto y no se llama Julio Humberto Grondona. Los 35 años que Don Julio se mantuvo en el sillón de Viamonte parecen haber encontrado a un sucesor en Claudio Fabián Tapia, sanjuanino, de 52 años. El Chiqui será validado en una Asamblea virtual -la componen 43 dirigentes- como titular de la casa por otro período (2021-25, empezando ahora), para cuando completará ocho años de poder, con chance a otros cuatro. Grandote Tapia.
Era barrendero de lunes a viernes, delantero los sábados -”jugaba de 9 y me las rebuscaba”, contó de su etapa en Barracas Central y Dock Sud- y los domingos iba a ver a Boca. Era presidente de Barracas Central -el estadio del club lleva su nombre- cuando un día de 2010 “estaba en una habitación con Alejandro Orfila, que entonces era el DT del equipo. Y le dije, como deseo: ‘Alguna vez me gustaría dirigir la AFA’. Pasó mucha agua bajo el puente…”, le contaba a Olé en una entrevista publicada el 20/3. Siete años después (29/3/2017) vio realizado su anhelo.
Tapia, presidente N°46 de la AFA -además de 11 interventores-, que desde 2010 estaba siendo parte de los viajes de la Selección Argentina, es hijo del bochornoso 38-38. Si Luis Segura -Chiqui iba de vice- o Marcelo Tinelli hubieran ganado esa elección en diciembre de 2015, nada hubiera sido posible. Como tampoco hubiera sido posible su llegada al sillón 14 meses después sin padrinos y un apoyo clave: el Ascenso. Como dirigente líder de la Primera B, C y D, aunó su necesidades -los escuchó, asesoró, defendió y se le fueron arrimando- y como Ascenso Unido (Daniel Ferreiro le acercó los votos de la B Nacional y Pablo Toviggino, los del Consejo Federal), le hicieron frente a la Primera División. Los poderosos de la A que lo entendieron, apuntalaron su candidatura: Hugo Moyano -entonces, su yerno- y Daniel Angelici -entonces, su amigo-. Los que no lo entendieron, como River y San Lorenzo, se quedaron afuera de una gestión que, en tres años, acomodó las finanzas y afianzó el proyecto Selección: luego del mal trago con Sampaoli, Tapia sostuvo a Lionel Scaloni y renacieron las Juveniles.
A fines de 2019, en la necesidad de los clubes de Primera de escindirse de la Superliga -con añoranzas de ir a golpear la puerta, como en época de Don Julio, y que no los escucharan- Chiqui encontró una oportunidad de hacer crecer su poder. La superposición del calendario del torneo local con el Preolímpico lo llevó a exponer a Mariano Elizondo como responsable de que el ente liguero postergaba los intereses de la Selección. Y en una cena en Carnaval, recibió en su casa a representantes de 12 clubes, más Toviggino -su mano derecha, secretario de la Presidencia y desde ahora, tesorero de la AFA- y Marcelo Achile -el titular de Defensores de Belgrano preside la Primera Nacional y ahora será uno de los vices-. Esa noche, se definió la vuelta de la A a Viamonte, la creación de la Liga Profesional de Fútbol y, como forma de incluir a todos, ampliar el Comité Ejecutivo a seis vicepresidencias, todas con igual rango. A cambio, para renovar el CE, había que adelantar las elecciones de 2021 y llamar a una Asamblea, la que se desarrollará este martes, para entrar en funciones ya mismo. Por supuesto, no hubo ninguna lista opositora a Tapia y se descuenta su reelección -y desde diciembre, está habilitado para ir por otra más-.
Hay algunos dirigentes que darán el sí públicamente (para no enemistarse) pero que son críticos con algunas decisiones de la gestión, como Juan Sebastián Verón por Estudiantes y Andrés Fassi, por Talleres.
Pero así es como Boca, ya sin Angelici, vuelve a estar incluido con Ameal. Y así es como San Lorenzo, con Tinelli, con el que fue y vino, vuelve a tener una silla y a presidir la LPF. Y así es como River, con el que había tenido profundas diferencias e incluso se mantienen, como si hay o no descensos en 2021, vuelve a sentarse a la mesa. “Que Rodolfo sea parte del próximo Comité va a realzar la gestión. La unidad va a cortar con un montón de suspicacias. Es más, diría que la dirigencia nunca estuvo junta, con un fin común, desde que murió Grondona”, se jactaba Tapia con Olé, tras la foto histórica de los dirigentes de los cinco grandes juntos.
Fuente: Olé
