Boca no sintió la presión de que sus perseguidores en la tabla habían ganado y mostró autoridad en Liniers para quedarse con los tres puntos y seguir como puntero del campeonato.
Está Fortín, sí. Fuerte de la cabeza para aguantar la presión de los que vienen galopando desde atrás intentando alcanzarlo en la cima. Fuerte en lo futbolístico, con niveles individuales altos como Pablo Pérez, Centurión y Pavón que robustecen el rendimiento colectivo. Y esa fortaleza fue la que exhibió en el José Amalfitani para ganar tres puntos vitales en busca de su objetivo de salir campeón. Un triunfo justo, merecido y que, salvo por el descuento de Vélez, nunca corrió peligro.
Haber generado tres situaciones de gol en menos de diez minutos habla a las claras de la actitud protagónica y de las intenciones de Boca en su excursión a Liniers. Esa entrada de Centurión que tapó Assmann, ese ingreso al área de Pablo Pérez que el arquero mandó al corner y ese remate de media distancia de Pavón que rebotó en el travesaño marcaron que el equipo de Guillermo estaba decidido a dominar el encuentro. Contó, claro, con ciertas facilidades que le dio Vélez, que no se mostró confiable en la tarea defensiva y que no tuvo la claridad suficiente como para elaborar juego y arrimar peligro al arco de Rossi.
A partir de una salida limpia desde el fondo, con un volante como Barrios que retrocedía y se mostraba como opción de pase, Boca era superior a Vélez y sumaba méritos como para ponerse en ventaja. Bastó que Pavón descargara rápido en el medio y que Centurión acelerara para que los dos rapiditos de Boca se juntaran y Benedetto definiera dentro del área con comodidad.
Con la ventaja en el marcador, Boca manejó el partido porque siguió teniendo la posesión del balón. Y cuando la perdía, el local era incapaz de poner a un jugador en posición de gol. Para que el contexto fuera aún más inmejorable, Tito Canteros le metió un planchazo a Insaurralde y se ganó la roja cuando ya se terminaba el primer tiempo.
Con un jugador de más y con el control del juego, el gol de Peruzzi de cabeza prácticamente sentenció el partido. Boca, a partir de ahí, se dedicó a monopolizar el manejo del balón para evitar sufrir problemas defensivos. Y Vélez fue un manojo de buenas intenciones aunque sin fútbol como para lograr el descuento. De hecho, el 1-2 surgió de una pelota parada al área de Boca que ningún defensor logró despejar y que Romero aprovechó para batir a Rossi.
Ese suspenso que le puso Vélez al resultado, cuando faltaban ya menos de diez minutos de partido, duró poco. En la primera acción de peligro que generó Boca llegó el gol de Pavón, con cierta complicidad de Assmann, para decretar ese 3 a 1 final que lo deja tan puntero como siempre.
Fuente: Olé
