El Real Madrid se quedó con el clasico: venció 3-1 al Barcelona de Koeman. Valverde, Ramos de penal y un golazo de Modric liquidaron a los culés. Messi, muy activo pero con bronca. Otro golpazo más…
La fiesta es blanca. El Camp Nou vacío, terminó vibrando con los gritos de los jugadores del Real Madrid. El 3-1 fue demasiada diferencia, pero una victoria clásica al fin donde pesó la jerarquía. El Barcelona, el que venía de golear y tenía la posibilidad de hundir a su rival que llegaba con dos derrotas, lo terminó perdiendo porque cometió más errores. Ni el partido más activo de Messi en el ciclo de Ronald Koeman alcanzó. Y terminó siendo otra derrota importante.
Messi y una imagen abatida que se volvió habitual. Lleva seis clásicos sin convertir (REUTERS).
El duelo fue un partidazo. En especial por ese inicio con el que el Madrid salió de contra y en la primera chance Federico Valverde anotó el 1-0 tras un muy buen pase de Benzema. Tres minutos después respondió el Barsa, una jugada que armó Messi con un pase para Jordi Alba que desbordó y tiró el centro que Ansu Fati transformó en el 1-1. Con esa igualdad, el choque se volvió de ida y vuelta, con los blaugranas dominando y aguantando contras.
En ese momento creció la importancia de Messi. Jugando decididamente de 10 y a veces por derecha, tuvo su gran chance: un remate que sacó con la derecha y le tapó Courtois. En el segundo tiempo siguió igual, manejando la pelota y buscando socios para generar chances. Pero justo cuando Leo y el Barsa crecían llegó el tonto penal de Lenglet a Sergio Ramos. Agarrón de camiseta que al árbitro no le quedó otra que cobrar: la imagen era clara.
Sergio Ramos no falló con su remate. El caudillo que se recuperó con lo justo para este partido demostró por qué es la gran figura del Real Madrid desde que se fue Cristiano Ronaldo. El gol termina siendo un extra a su voracidad en la marca y solidez. Y a partir de ese 2-1, los de Zidane fueron creciendo en ventaja mientras el Barsa se diluía.
Koeman metió tres cambios a los 35′ del ST, pero terminó de desarticular el equipo. Ni Griezmann, Dembélé ni Trincao aportaron nada al juego, mientras Messi empezaba a resignarse gestual y futbolísticamente. Se enojó con el árbitro y por cómo se fue dando el juego. Tanto que el Madrid vio la chance y fue por ese tercer tanto que llegó y con una perla.
Luka Modric, quien había ingresado por Valverde, se tomó su tiempo para liquidar el partido. Aprovechó un error de Neto y después lo mareó con tantas gambetas hasta que definió con el arco vacío. Un 3-1 que desató la fiesta de un Real Madrid que, si hubiera perdido, se hablaría de crisis. Al final una gran alegría en la casa del clásico rival y encima para volver a tomar frente en el historial general que estaba igualado: ahora dominan 97 a 96.
En el Barsa vuelven las dudas. Las de ahora con Koeman, las de los últimos tiempos en épocas de caos. Esa situación de problemas que parecen haberse vuelto el día a día en Cataluña y que no tienen solución. El ciclo con el DT neerlandés ya deja que desear en cuanto a lo futbolístico (por ahora sólo mostró buenos ratos y no un rendimiento global) y los resultados. En Liga suma siete puntos en siete fechas.
El primer partido importante ya lo perdió. Esa es la conclusión para el Barcelona. El miércoles tendrá otro ante la Juventus por Champions que, sin ser decisivo, deberá ser el despegue para que las cosas no vayan a ese destino tan común últimamente. La pesadilla a la que Messi, que estiró su racha a seis clásicos sin convertir, se tuvo que quedar a vivir…
Fuente: Olé