Cómo cambió la vida de River y Boca después de la Superfinal en Mendoza

El equipo del Muñeco llegaba envuelto en dudas a ese partido, en el que el del Mellizo era candidato. ¿Qué pasó después del título de los de Núñez?

River era un mar de dudas antes de la Superfinal contra Boca en Mendoza. Todo lo contrario le sucedía al conjunto que comanda Guillermo Barros Schelotto. Se habló mucho en ese tiempo no tan lejano de qué equipo tenía más cosas para perder. Marcelo Gallardo insistía en una palabra clave: desbloqueo. “Necesitamos un partido que nos haga soltar”, decía el Muñeco. La foto nocturna del miércoles 14 de marzo, ya casi madrugada del 15, encontró a Leonardo Ponzio sonriendo con la Copa en alto. Otra postal mostraba al Mellizo sentado en el banco de suplentes con la típica cara del que pierde algo indispensable. Desde ese entonces, se dio vuelta la taba: River se liberó y Boca se bloqueó.

River y Boca disputaron 8 partidos luego de la histórica final de Mendoza. Los de Núñez ganaron 7 (Belgrano, Defensa y Justicia, Racing, Rosario Central, Arsenal y dos veces a Emelec) y apenas empataron 1 (Independiente Santa Fe). Y en Boca apareció la irregularidad: ganó 3 (Talleres, Newell’s y Junior), empató 2 (Atlético Tucumán y Palmeiras) y perdió 3 (Defensa y Justicia, Independiente y Palmeiras). Diferencias notorias: River alcanzó el 91 por ciento de los puntos en juego y Boca apenas el 45%.

La coyuntura modifica la perspectiva, de los medios y de los hinchas. Por ejemplo, River tardó mucho para doblegar a Rosario Central en el Monumental y se habló de su «inteligente paciencia» para quebrar el resultado. Boca realizó algo similar ante Palmeiras en la Bombonera, pero el rival pegó primero y se llevó la victoria. El análisis fue que no tuvo ideas ni ambición.

El contexto, además, cambia las posturas de los futbolistas. Mientras los jugadores de River juegan con frescura, los de Boca lo hacen con tensión. A Franco Armani le salen hasta las atajadas imposibles y cada pelota en el aire para Agustín Rossi es una bola de fuego. A Lucas Pratto se lo aplaude hasta por los goles errados y a Wanchope Abila no le basta con un doblete.

Más números: los dirigidos por el Muñeco anotaron 17 goles en los 8 juegos posteriores al Superclásico y tan solo le marcaron 3. Boca, por su parte, festejó 9 tantos y sufrió la misma cantidad en su arco.

Ahí anda River, sin bloqueos desde la clásica victoria y respirando aire puro. Ahí está Boca, tratando de esquivar la crisis y soñando con un partido que lo suelte. ¿Será el domingo ante Gimnasia en el Bosque? ¿O contra Junior, encuentro clave en la Libertadores?

Fuente: Clarín