Arrasó en la final, igualó el récord de 22 Grand Slams de Nadal y recuperó el Nº1.
En su regreso al Australian Open luego del escándalo del 2022, Nole fue imbatible. Sólo cedió un set en todo el torneo y superó por 6-3, 7-6 (4) y 7-6 (5) a Tsitsipas para festejar por décima vez en el primer GS del año.
La casa ya está en orden para Novak Djokovic. Y qué lejano parece hoy todo ocurrido hace exactamente un año, cuando el nombre del tenista serbio encabezaba todos los portales y diarios deportivos del mundo pero no por su tenis, sino por su escandalosa deportación de Australia. Por estas mismas fechas en 2022, Nole había llegado al país oceánico decidido a continuar lo hecho en el año anterior, cuando se consagró en los tres primeros Grand Slams del 2021, y despegarse así de Roger Federer y Rafael Nadal, con quien estaba igualado en 20 torneos grandes.
Sin embargo, nada de esto pasó. En su llegada al país, las autoridades fronterizas le pusieron un freno a su sueño y lo detuvieron por no considerar válidos los argumentos esgrimidos para recibir la exención médica que le permitía entrar al país sin estar vacunado contra el coronavirus. Tras revocarle la visa e iniciar el proceso de deportación, el serbio apeló, pero finalmente un Tribunal Federal falló en su contra y lo deportó. Pese a lo sucedido, Nole prometió volver. Y un año más tarde, no sólo volvió, sino que de una manera suprema.
Porque pese a que, tal como remarcó en varias oportunidades, su físico lo tuvo a maltraer durante buena parte del torneo, Djokovic se apoyó en su mejor tenis y en toda su jerarquía para recuperar una tierra ya previamente conquistada. Para volver a demostrar quién es el rey en Australia. Y luego de un torneo superlativo, en el que sólo cedió un set en la segunda ronda ante Couacaud, arrasó en la final ante Stéfanos Tsitsipás, logró su 10º título en el Australian Open y finalmente igualó el récord de Rafa Nadal con 22º títulos de Grand Slams.
Pero eso no fue todo, porque además, la vuelta victoriosa a Australia también le significó recuperar el número 1 del mundo. Esa posición que había perdido el año pasado a manos de Carlos Alcaraz, por el gran nivel mostrado por el español y, en gran parte por no haber podido defender una buena cantidad de puntos conseguidos en 2021, justamente por su negativa a vacunarse y por las restricciones de precaución que se tomaron en muchos países del mundo.
En la final, que como dato color fue la de mayor diferencia de edad entre los dos participantes (11 años y 82 días) en toda la era abierta, poco pudo hacer Tsitsipás para cortar con el huracán Nole, que se mostró muy firme desde el comienzo. Encima, luego de un primer set en el que el serbio se impuso 6-3 sin sobresaltos, el griego tuvo su gran chance en la segunda manga y tampoco la pudo aprovechar.
Estuvo 5-4 y con el game 30-40, pero dejó pasar ese set point y Djokovic ya no lo perdonó: fue implacable con un 7-4 en el tie break. Y claro, ya en ese punto, las chances de Tsitsipás de remontarlo parecían completamente remotas. Ni las estadísticas lo ayudaban… Nole llegaba a ese punto con un récord de 8-0 en finales de Grand Slam con el partido 2-0 a su favor.
Y si a eso le sumamos que llevaba una racha de 27 partidos consecutivos con victorias en Australia, parecía improbable que el griego pudiera torcer la historia. Y lo intentó hasta el final, pero otra vez en el tie break, finalmente Djokovic cerró la victoria por 6-3, 7-6 (4) y 7-6 (5). La explosión de Djokovic tras el cierre, el abrazo con su equipo y familia y las lágrimas ya en el banco, las resumió él mismo minutos más tarde, cuando tuvo que hablar ante todos los presentes y reconoció: «Tengo que admitir que esta puede ser la victoria más importante de mi vida».
En esas palabras se mezclaba la frustración de lo ocurrido en el 2022 y todo lo sucedido a lo largo de este torneo, donde los problemas físicos no fueron el único contratiempo del serbio, quien tampoco no pudo contar con la presencia de su padre en la semifinal y en la final, luego de que trascendieran imágenes de Srdjan Djokovic manifestándose junto a espectadores que portaban banderas pro rusas, prohibidas en Melbourne Park.
Sin poder abstraerse de todo eso, pero demostrando una vez más por qué es el número 1 del mundo, Djokovic volvió a hacer historia y, con un Roger Federer ya retirado y un Rafael Nadal afectado también por su físico, hoy el serbio parece no tener rivales para seguir agigantando su historia en el circuito.
Fuente: Olé
