El italiano Enrico Becuzzi tiene 47 años y sigue persiguiendo el sueño de ganar un partido.
Se llama Enrico Becuzzi y persigue un sueño de manera insistente. Hace 26 años que no se le da, pero no baja los brazos. El italiano tiene 47 años y lleva 270 partidos perdidos de manera consecutiva, lo que seguramente es récord a nivel mundial en cualquier deporte, pero se resiste a retirarse sin conocerle la cara al triunfo.
«Quiero ganar un partido y retirarme», dice Becuzzi desde hace años. Pero no se le da. Tampoco dice basta y sigue entrenando y probando. Nunca pudo jugar un torneo ATP porque al no ganar no lograr clasificarse. Pero recorre las canchas del mundo y se anota en cuanto torneo le permiten hacerlo.
Lejos de las luces de Roger Federer, Rafael Nadal o Novak Djokovic, que no paran de cumplir sueños y logros, Becuzzi solo quiere un partido. Uno solo. Lleva 26 años sin lograrlo, desde que empezó a jugar con 21. «Me dijeron que ya era grande, pero me enamoré del tenis y acá estoy», dijo.
En todo este tiempo perdió los 270 partidos que jugó, y la última fue el 16 de diciembre del año pasado, en dobles, en el torneo de Anatolia, en Turquía. En pareja con el turco Emir Sendogan cayeron ante los rusos Oanin y Zubrov. Después, el coronavirus, canceló la temporada 2020 del tenis.
«Empecé a jugar tarde, a los nueve años, cuando mi papá me regaló una raqueta de madera. Me llevó a un frontón que teníamos en casa para que aprendiera a pegarle a la pelotita. Desde ese momento me enamoré del tenis.
Este italiano nacido en Pisa jugó su primer partido en junio de 1995 y perdió 6 – 0 y 6 – 0, un resultado que lamentablemente se repitió muchas veces en su carrera.
«El tenis es mi pasión. También comencé a competir tarde, a los 21 años. Me decían que ya era grande. No me importó. No hay edad cuando se trata de cumplir un sueño».
Un día hace 17 años, en Sofía, estuvo a punto de ganar un partido. Lo perdió. Pero haber estado cerca le dio fuerza para seguir entrenando y pagando pasajes de avión recorriendo países de Europa detrás de su sueño: ganar un partido.
Hoy, a los 47 años, sabe que le queda muy poco tiempo. Nunca tuvo talento y a hora la edad y el físico le juegan en contra. Pero lo sigue intentando.
Fuente: TN