Y River va, va y va. A veces, cada vez menos, no vuelve. Pero el crecimiento del equipo de Martín Demichelis es sostenido y ésa es la mejor noticia que se llevará el técnico del siempre difícil estadio Eva Perón. La levantada de los últimos partidos pareció anoche agarrar la velocidad crucero que necesitará el CARP para encarar el tramo más caliente de un semestre que le tiene preparada una triple competencia y una final con el rival de toda la vida.
Aún sin completar esta vez las tres G que tildó contra Godoy Cruz, River se llevó tres puntos de oro que, por si fuera poco, lo hacen terminar el fin de semana arriba de todos en el campeonato. En cualquier caso, aunque gane San Lorenzo y vuelva a pasarlo, la proyección del equipo invita a una ilusión que empieza a sostenerse desde un Armani que otra vez completó la máxima del arquero de equipo grande atajando las tres pelotas que tuvo que atajar y que es una de las principales razones del cero positivo que hace más de 360 minutos clausuró el arco (una marca a la que no llegaba desde 2019). Claro, no es el único motivo: una defensa que empieza a asentarse y un conjunto más compacto, con un medio más granítico impactaron de manera positiva inmediatamente. En la noche de Junín acaso se hayan visto algunas pocas imágenes de ese River que atrás no parecía una garantía: la presión que le impuso Damonte a la salida provocó errores individuales que pudieron pagarse caros y las desatenciones en el retroceso pudieron generar un gol hecho que erró Toledo después de una pérdida en ataque tras una pelota parada por la que increíblemente el delantero de Sarmiento quedó mano a mano corriendo insólitamente desde su propio campo.
Serán detalles a corregir para un largo plazo que le pondrá a River la vara de dificultad más alta: un rival de otra jerarquía, de los que vendrán pronto, no perdonarán ese tipo de posibilidades. Por lo demás, el equipo volvió a manejar la pelota con posesiones largas (en el primer tiempo, sobre todo, algo sobrado en la tenencia: debió ser más intenso) y también con ataques directos bien dolorosos para el Verde, que debieron hacer que el trámite se resolviera un rato antes de que Palavecino (un muy buen ingreso) le pusiera tiza al botín para sellar el 2-0.
La confianza que generan la imbatibilidad, las victorias en cadena y un funcionamiento más aceitado también repercute en niveles individuales, con Beltrán otra vez como figura: más allá del penal con el que convirtió su quinto gol en menos de cuatro partidos, el Vikingo se movió como pez en el agua en todo el frente de ataque, con muy buenos movimientos, trabajando para el equipo para pivotear y asistir a los volantes que llegaban, para aguantarla, para tirar diagonales que merecieron terminar en gol. De Beltrán para abajo, acaso con la excepción de un Barco que sigue decidiendo una vez bien por tres o cuatro veces mal y por un Rondón que todavía está extrañamente cruzado con el arco, todos sostuvieron la levantada de rendimiento.
Cuando lo necesitó, Armani apareció. (prensa River).Y así River es el puntero, es el más goleador y el segundo menos goleado y tiene una base a la que aferrarse cuando las cosas no salgan, que en algún partido inevitablemente pasará. En ese caso, alcanzará con ver sus últimos partidos para retomar un camino que ya parece más despejado.
Fuente: Olé
