Peleando y yendo como pudo hasta el final, Boca se llevó en el descuento un punto con un gol del delantero, que ni había ido al banco con River.
Un empate así cómo no festejarlo. No son tres puntos pero valen en lo anímico. Y cómo, después del palazo del miércoles. Boca iba al frente, se había perdido goles, merecía empatar, pero no podía. Chocaba con Batalla, justamente un ex River: no había podido Wanchope dos veces, tampoco Pavón, Tevez ni Bebelo Reynoso. Y se venía un domingo triste para sus hinchas, pese a que el equipo esta vez sí empujaba, iba al frente, acorralaba a Atlético de Tucumán. Hasta que corajeó Pavón por izquierda, metió el centro, un cabezazo y Bou que la empujó en la línea con lo último que tuvo. Y ese 1-1 fue un desahogo total para todos después del golpe en la Supercopa. Un punto que sirve más en lo anímico, más que nada.
Boca lo mereció, seguro. Pudo haberse puesto en ventaja pero falló en la definición. Durmió en un centro, con la marca en zona, no lo perdonaron y se le hizo todo cuesta arriba contra un rival inferior. Tuvo la pelota, atacó, lo buscó y merodeó, pero cómo le costó. Esta vez Guillermo estuvo arriesgado en los cambios: jugado, adentro Bebelo Reynoso por Jara, y el ex Talleres le dio otra dinámica al equipo; incluso le hicieron un penal no cobrado y metió un zapatazo que tapó bárbaro Batalla. Se hizo eje del fútbol, de un equipo que arriesgó y se desprotegió atrás, como en aquella jugada que terminó en 2-0 pero que fue mal anulada por un offside previo que no era. Y arriesgó más aún cuando entró Bou por el otro lateral, Emma Mas.
Y le salió bien a Guillermo, que mandó al frente a su equipo, que peleó hasta la última bola. Y el punto lo salvó uno que ni había ido al banco contra River. Bou la metió después de mucho para un punto que, antes del receso, vale mucho más que un punto.
Fuente: Olé
