La AFA se expone a un nuevo escándalo. Ayer por la noche, Damián Dupiellet, secretario ejecutivo de la entidad, firmó un acta judicial en la que se desconoce la comisión fiscalizadora propuesta por la FIFA para regularizar la situación de la casa madre del fútbol argentino. Lo hizo por pedido de la jueza María Servini de Cubría, quien se dirigió a la sede de la AFA molesta por lo que consideró una intromisión de la FIFA en sus investigaciones sobre la ruta del dinero del Fútbol Para Todos. El documento judicial, además, establece que todas las partes involucradas (FIFA, AFA y el gobierno nacional) deben reunirse en una audiencia. Y fija como límite los próximos cinco días hábiles.
En este caótico escenario, la AFA tiene una a favor: la reunión con la jueza -a la que también asistieron Hugo Moyano y el veedor Alberto Piotti- terminó cuando el correo ya estaba cerrado. No había manera de notificar a la FIFA de lo que había ocurrido: se hizo de manera informal, y mediante un llamado telefónico a Primo Corvaro, el dirigente suizo que elegirá a los integrantes de la comisión normalizadora. Si en Zürich hubieran tenido noticias oficiales de la injerencia directa de la Justicia en temas que competen a la AFA, lo más probable es que se hubieran remitido a los estatutos, y la Argentina, a punto de jugar la final de la Copa América, hubiese quedado desafiliada.
«Recién vamos a mandar la nota el lunes a las 8 de la mañana. Y que sea lo que tenga que ser», se resignó un dirigente al tanto de lo sucedido con la jueza. A esa altura, ya no importaba la Asamblea Extraordinaria convocada para el martes próximo en Ezeiza para discutir la Superliga. Tampoco, la caótica situación económica de los clubes. Mucho menos, las elecciones. O la forma de disputa del próximo torneo de primera. Hay en juego algo tan importante como intangible: la institucionalidad del fútbol argentino.
Según pudo reconstruir la nación, la jueza estaba «furiosa, enojadísima». La acompañaron el veedor (y ex juez federal) Alberto Piotti y sus dos secretarios. Servini de Cubría se enteró a las 15 y por la televisión que la FIFA había decidido nombrar a la comisión normalizadora para encauzar el rumbo de la AFA, desplazando a Luis Segura de la presidencia. Por más que intentaron disuadirla, se dirigió al edificio de la calle Viamonte y se entrevistó con Dupiellet y Moyano. La reunión, áspera y dura, terminó con un pedido: Servini pretendía que el líder camionero firmara el acta. El veterano sindicalista se negó. Y, según testigos, retrucó: «Cuando desafilien a la Argentina de la FIFA y Boca o River no puedan jugar torneos internacionales, ¿adónde mandamos a la gente? ¿A la Casa de Gobierno o a su despacho en Comodoro Py?».
En su primer día al frente de la AFA, la agenda de Dupiellet tenía otras prioridades. Había convocado a su mesa chica de directivos (Spinosa, Russo, Ferreiro, Armando Pérez, entre otros) para evaluar cómo seguir. Ese cónclave sólo ocurrió después del requerimiento judicial. Todos los dirigentes se miraron, sin saber qué hacer. Leyeron una y otra vez el acta, incrédulos. Algunos hasta se regocijaban, por la magnitud del escándalo. «¿Qué hacemos ahora?», se preguntaron. A menos de 48 horas de la final de la Copa, informarle de manera oficial a la FIFA hubiera sido un suicidio político. Por eso decidieron esperar hasta que el correo hubiera cerrado. Y, así, que no quedara más alternativa que hacer efectiva la comunicación el lunes a primera hora, con el campeón de América ya decidido; con el partido ya jugado.
Al caer la noche, poco importaba que la AFA y la FIFA se hubieran puesto de acuerdo en la necesidad de un crédito puente para que el fútbol argentino comenzara a afrontar sus obligaciones económicas (entre US$ 50 y 100 millones). O que Primo Corvaro, el hombre que definirá a los integrantes de la comisión normalizadora, hubiese reservado pasajes para llegar a Buenos Aires el miércoles a la noche. Dupiellet tomaría las riendas de la AFA mientras Corvaro entrevistaba a los candidatos: un trabajo de un mes. Pero el tablero, una vez más, cambió. Y ahora se piensa en que sea la FIFA la que apele la decisión de la justicia argentina. A través de sus asesores jurídicos, y en los tribunales argentinos. El futuro de la AFA es impredecible. Como siempre. O, acaso, como nunca.
Fuente: Canchallena.com
