En Moscú (Rusia) se realizó hoy una prueba de la ceremonia, pero las figuras internacionales no se dejan ver.
De a poco, el Kremlin y la Plaza Roja van tomando calor, aunque la intemperie indica que 6 grados bajo cero no son recomendables para permanecer demasiado tiempo. Al abrigo de la calefacción del Palacio de los Congresos, a las 14 hora local se hizo un ensayo del sorteo del viernes. No precisamente del esperado momento en que las bolillas surjan de los copones sino pruebas de entradas y salidas de los famosos participantes, ensayos de sonido y ubicación de fotógrafos y de camarógrafos. Bien «behind the scenes» para ir combatiendo la ansiedad.
La Plaza Roja, mejor dicho el sector más cercano a la Catedral de San Basilio, amaneció vallada. El resto del espacio quedó reservado a una especie de gran kermesse navideña, una suerte de ItalPark postsoviético, justo enfrente del mausoleo de Lenin.
El ensayo protocolar del sorteo del Mundial de Rusia 2018.Foto: Fernando De la Orden
Es que allí se desplegará la alfombra roja que le harán ganar el pan a la TV durante las dos horas previas al sorteo. El desfile es previsible. Pasarán los entrenadores de las 32 selecciones, incluyendo Jorge Sampaoli -ya en esta ciudad-, invitados especiales, ex futbolistas y los que tendrán la «dura» tarea de sacar las bolillas.
Uno de ellos es Diego Maradona. Es un secreto el momento de su llegada y el de su alojamiento, aunque es probable que se hospede en el Radisson, donde vivirán los entrenadores y algunos dirigentes. Entre estos, los de federaciones más adineradas estarán en el Four Seasons, en plena Plaza Roja.
La TV rusa sólo emite esporádicos spots acerca del sorteo. Las webs de los diarios europeos más importantes todavía no hacen mención a la ceremonia del viernes, mientras que la inmensa sala de prensa del Palacio de los Congresos va transformándose lentamente en la Babel que suele surgir en eventos de esta naturaleza.
Malabares con la pelota, sobre el escenario.Foto: Fernando De la Orden
No hay sol ni lo habrá hasta marzo, al menos. Cae permanentemente una nevisca y atardece a las cuatro de la tarde. El ruso de a pie sigue de a pie en sus cosas cotidianas, sin detenerse demasiado en las dificultades que le plantea la circulación en el centro. Para buscar un paralelo, imaginarse un vallado que abarque Plaza de Mayo y sus adyacencias.
Fuente: Clarín
