Con goles de Mancuello y Tarragona, los de Liniers se aprovecharon del peor partido del ciclo Battaglia para dejarlo lejos de River.
Con la soga al (Man)cuello. Así lo dejó Vélez a Boca con este 2-0 en Liniers. A nueve puntos de River, que hoy podrían llegar a ser 12 cuando quedarán 21 en juego, el equipo dirigido por Sebastián Battaglia no dio muestras futbolísticas como para soñar con la hazaña de alcanzar al actual líder. En, quizás, el peor partido de este ciclo, con un Boca muy flojo que se pareció bastante al de los últimos encuentros de la era Russo, Vélez lo aprovechó al máximo para lograr una victoria que lo coloca en el podio del torneo.
Llamativamente, Boca no salió a imponer condiciones. Si la idea era salir a ganar en Liniers para meterle algo de presión a River, que juega este lunes ante Argentinos, desde la postura posicional y actitudinal no se notó esa intención. Con dos líneas de cuatro bien definidas y parado en bloque bajo, pareció sentirse inferior y le cedió la iniciativa a Vélez, nada menos que el tercer equipo con mayor porcentaje de posesión del torneo (59%) y el primero en efectividad de pases (82%). Era lógico, entonces, que el local manejara la pelota, la hiciera circular con precisión y se convirtiera en protagonista desde la tenencia.
Hubo un detalle táctico reiterado en este Boca de Battaglia: el dúo Pavón-Vázquez se movió cerrado, como otras veces, por lo que los laterales rivales (Guidara y Ortega) tuvieron mayor libertad para proyectarse. Con Mancuello tirándose hacia la izquierda y Almada hacia la derecha, los de Pellegrino generaban un 3v2 en cada banda. O sea, lateral-interior-extremo de Vélez contra carrilero-lateral de Boca. En ese 4-4-2 xeneize, los integrantes del doble cinco (Campuzano y Almendra) debían hacer un constante recorrido hacia cada raya para compensar y evitar la inferioridad numérica.
El mapa de calor de Boca en el PT:
Boca jugó muy replegado en el primer tiempo ante Vélez.
Pellegrino, para aprovechar aún más esa ventaja posicional, transformó el 4-2-3-1 original en un 4-3-3. ¿Cómo? Con el retroceso de Almada, quien, de jugar detrás de Lucero pasó a recostarse unos metros más atrás sobre la derecha para convertirse en interior. Eso acomodaba a Poblete como 5 fijo y liberaba a Mancuello como interior izquierdo con vía libre para pasar al ataque. De hecho, así llegó al gol. Una buena combinación por derecha entre Guidara y Poblete terminó con un centro y un rechazo al segundo palo en el que Mancu recibió y sacó un furibundo remate para romperle el arco a Rossi.
El gol de Mancuello:
Salvo esa ocasión que terminó en gol, el déficit de Vélez había sido la falta de profundidad. Es decir, su control de pelota no se tradujo en acciones de peligro. Pero lo de su rival, en esa faceta, fue más pobre. Salvo un pase largo de Almendra para Pavón, en la que el 7 definió desviado, Boca no pisó el área de Vélez en todo el primer tiempo.
Los ajustes de Battaglia en el complemento (cambio de esquema y de nombres) no surtieron efecto en el juego. El pibe Molinas intentó juntarse y progresar a través del pase pero no encontró socios. El local, bien parado atrás y con espacios para aprovechar adelante, lo terminó liquidando sobre el final con una recuperación de Ortega, un pase profundo de Mulet y la corrida y definición al gol de Tarragona.
Fuente: Olé
