La Liga Sanrafaelina de Fútbol, en acuerdo con los consejeros de las instituciones nucleadas en ella, decidieron suspender la competencia debido a la violencia.
La violencia y los violentos, nuevamente opacaron al deporte; en el que es ley que uno gane y otro pierda -salvo algunas ocasiones en las que no sucede ninguna de las dos opciones anteriores y reparten puntos-. Otra vez se ensució la pasión y amor por el fútbol. Había pasado en el partido entre Pedal y El Porvenir, se volvió a registrar en el cotejo que disputaron Cuadro Nacional y Huracán; así podemos enumerar también los hechos que se registraron en el Ascenso.
Pero, ¿alcanza con parar la pelota y dejar que todo se resuelva solo o hace falta algo más?. ¿Será que hay que cavar en lo profundo y encontrar la raíz que alimenta estos sucesos que nada tienen que ver con lo deportivo?. Hace falta que todos los actores que componemos esta estructura nos replanteemos nuestros roles; desde el Ente Madre que nuclea todas las instituciones, árbitros, dirigentes, jugadores, comunicadores y hasta el hincha más chiquito.
La violencia no se resuelve sola, es necesario que todos actuemos para erradicarla. Es necesario acuerdos entre las partes, porque ninguno es más que el otro. De alguna manera, el fútbol encontró la fórmula para que todos los actores sean protagonistas del espectáculo, pero ninguno por encima del otro.
Si queremos que haya un cambio sustancial, todos nos tenemos que hacer cargo.