El equipo de Demichelis iba ganando el partido dos veces, pero no pudo sostener la ventaja. Igual, estiró la diferencia en la punta.
En la noche de Liniers, y ante un rival inmerso en clima tenso, River reavivó los fantasmas de Sporting Cristal y perdió dos puntos que le servían para sacarle una diferencia notable a San Lorenzo. Por momentos, fue el equipo del campeonato: con control de juego, generando un gran volumen de jugadas de peligro. En otros, fue el equipo de la Copa: frágil a la hora de retroceder e ineficiente de cara al arco rival. Un cóctel explosivo que decantó en un empate 2-2 ante el Vélez de Ricardo Gareca, lejos de servir en la víspera del gran partido ante Fluminense que decantará la suerte del equipo en la Copa Libertadores.
Demichelis apostó por un 4-2-3-1, con Rodrigo Aliendro y Nicolás De La Cruz repartiéndose el campo. La idea de River siempre fue llevar la pelota limpia hasta la mitad del campo para, después, poner a jugar a Esequiel Barco y Nacho Fernández, entre líneas. Generó al menos ocho situaciones de gol y sólo la extraordinaria noche de Gastón Gómez en el arco de Vélez evitó que la ventaja, al cabo de los 45’ iniciales, sea aún mayor. Robert Rojas, aprovechando una jugada proveniente de un córner, fue el único que no desperdició su chance. No obstante, en la otra cara de la moneda, River sufrió cada vez que Vélez osó a pisar ¾. Una dificultad que viene persiguiendo al equipo de Micho hace semanas y que padeció ante Fluminense (1-5), Talleres (1-2) y Sporting Cristal (1-1).
La desatención en el inicio del complemento atentó con las posibilidades de la victoria: Vélez salió de guapo, ganó varias divididas y, a pesar de no ser claro en sus ataques, lastimó: Cabrera dejó pintado a Nacho Fernández, la pelota le legó con libertad a Ordoñez y este, con sutileza, se la dejó a Pratto para que haga uso de la Ley del Ex. 1-1.
El cachetazo hizo reaccionar a River. Dejó que pasara el desconcierto, aunque con sus riesgos, y lo sacó adelante. A pesar de tener períodos en lo que se dedicó a conservar la pelota, todas las veces que pudo convertir fueron gracias a avances esporádicos, contragolpes y ataques directos. Pero, al igual que en el PT, Chila Gómez le negó la oportunidad de festejar a Solari, primero, y a Nacho Fernández, después. Y de tanto ir e insistir, llegó el 2-1 gracias a un buen cabezazo de Lucas Beltrán. Parecía que Demichelis se llevaba los tres puntos del Amalfitani, pero otra sucesión de errores lo terminó complicando: Casco dio un mal pase hacia el centro, Aliendo quedó pagando y Armani no despegó sus brazos para atajar el zapatazo de Ortega de media distancia.
¿El 2-2 fue justo? Si bien es cierto que River tuvo, al menos, 10 situaciones clarísimas para convertir, el que no haya agrandado la diferencia demuestra una preocupante y reiterativa ineficacia. Fue dos equipos en uno. El del torneo y el de la Copa. Y en Liniers, River pagó caro ponerse por momentos el traje de la Libertadores, aunque para ganar la Liga quizás le alcance. La falta de goles, sumado a la endeblez defensiva, son cuestiones que deberá resolver con inmediatez si pretende ganarle al Flu.
Fuente: Olé
