Cristiano Ronaldo marcó un triplete y le volteó el partido al cuadro alemán en el alargue para clasificar a su equipo.
Uno escucha la música de la Champions y se le vienen a la cabeza imágenes del Madrid levantando copas. Y a Cristiano metiendo goles. Es irremediable. El Rey de Europa sigue camino de otra. No ganó la guerra, pero sí una batalla de época. El Real Madrid-Bayern estuvo muy a la altura de su leyenda. Los blancos vencieron tras una prórroga increíble en la que metieron tres goles, empezando con uno de Cristiano en fuera de juego. Los alemanes ya habían perdido a Vidal, castigado con una segunda amarilla cuando la eliminatoria estaba igualada completamente. Casemiro aguantó en el campo. Los cambios de Zidane también acompañaron. Asensio y Lucas fueron gloria bendita, aire puro. Y el Bernabéu respiró con los goles de Cristiano, el de siempre.
Fueron tres o cuatro noches seguidas en el Bernabéu. Salió el sol, se metió, volvió a salir y volvió a meterse. El partido duró casi una semana, años de tremenda rivalidad entre dos de los gigantes del fútbol europeo. El Bayern venía en desventaja y salió con el pecho por delante. Múnich ya era historia. Forzó la prórroga, a la que se llegó por un gol desafortunado que se metió Sergio Ramos, señor de la Champions.
El encuentro fue un extraordinario intercambio de golpes. Con Lewandowski, con Isco de mediapunta. El Bayern atacó por la izquierda, el Madrid lo hizo en oleadas. Un ataque alemán se convertía en peligro para su propio guardameta. Cada ataque sin final, era una ocasión del Madrid, que tuvo más y mejores que el Bayern .
Marcelo comenzó salvando el primer gol y Boateng se lo quitó a Ramos poco después de la primera parada de Carvajal. El línea la vio igual que el primer gol de Cristiano en la prórroga.
Si pestañeabas, pasaba algo. Si descansabas, tenías un problema. Nacho y Ramos no dejaron ni botar al polaco Lewandowski, que sólo tuvo una en toda la noche. Pero no falló.
Ya en la segunda parte, Casemiro llegó tarde e hizo penalti. A Robben. No perdonó Lewandowski, que engañó a Keylor sin dejarle de mirarle a los ojos. Que preguntan al bicho si los penaltis le ponen nervioso.
El gol desactivó al Madrid, que entró en trance. El miedo escénico se apoderó del campeón y la clasificación ya estaba en el aire. Zidane buscó oxígeno con Asensio y encontró mucho más. No era sólo meter un centrocampista por Benzema, era abrir paso a un chaval que se comió la pelotita con estrellas como en el parque.
Y apareció Cristiano. Como en Múnich, como siempre. Otra noche ‘inservible’ para el 7, que empató con un cabezazo de manual. Pero la alegría duró muy poco. Al otro lado estaba el Bayern. Ramos puso el 1-2 en su portería. Y a sufrir.
El partido incluso agotó al árbitro húngaro, Viktor Kassai, que empezó a tomar malas decisiones con ayuda de sus líneas. Perdonó la segunda amarilla a Vidal, luego a Casemiro y después se la sacó al chileno cuando no había hecho ni falta. La roja marcó el camino. No había escapatoria en la prórroga.
El Madrid no se queda fuera
Allí, el Real Madrid aprovechó su superioridad numérica. También moral. Y que el línea no levantase la bandera. En la última jugada de la primera parte de la prórroga. Ramos al área, Cristiano y se acabó. No la pudo sacar Neuer, que demasiadas había sacado en Madrid y en Múnich. Que sepamos no tiene antenas.
El Real Madrid no tuvo piedad de su rival. Son ya muchas historias vividas. Cristiano puso el 3-2 en bandeja (también en fuera de juego), a servicio de Marcelo. Y Asensio metió el cuarto para cerrar una prórroga que duró una vida. Y ahí sigue el Rey de Europa, que nunca muere.
Fuente: Marca.com