River empezó el campeonato pero mostró la misma cara que en el verano: poco juego, frágil atrás y sin contundencia. Unión le planteó bien el partido en el Monumental y el equipo de Gallardo quedó a 11 de Boca.
Más de lo mismo. Ese River timorato, con problemas para lograr solidez en el fondo, generar juego y sumar situaciones de gol que se vio en los amistosos de verano es el que hizo su presentación en el regreso del campeonato. Frente a Unión, en el Monumental, exhibió las mismas carencias que había mostrado durante el receso. Le costó horrores construir juego, tuvo desinteligencias defensivas que pudieron costarle caro y no pudo convertirse en el dominador del partido ante un rival que estuvo bien parado y que contó con chances como para dar el golpe de visitante.
La postura protagónica de River, adelantándose en el campo de juego para dominar terrritorialmente el juego, no se tradujo en dominio ni en mayores situaciones de gol. Al equipo de Gallardo le costó generar juego para avanzar en el campo. Y cuando intentó la vía del ataque más directo, con pases largos a Driussi y Mora, chocó una y otra vez, perdiendo claridad. Hay que destacar el mérito de Unión en esa falencia de River. El equipo dirigido por Pumpido le cortó los circuitos al local y le impidió tener volumen de juego. Las oportunidades de acercarse con peligro al arco de Nereo Fernández sólo se redujeron a algún enganche desde la izquierda de un exasperante Pity Martínez (decidiendo casi siempre mal) o a algún centro al corazón del área tatengue.
Unión se mostró más ordenado y más incisivo atacando los espacios que dejaba River. Un River que también sufrió algunas desinteligencias defensivas que pusieron en riesgo el arco defendido por Batalla. Incluso, en ese primer tiempo, fue el visitante el que dispuso de más situaciones como para abrir el marcador.
Sin tener un patrón de juego, apostando a las bandas por momentos y al juego por el medio en otros, River tuvo su mejor cuarto de hora en el partido en el inicio del complemento. Allí creó dos situaciones claras de gol más un disparo de media distancia de Nacho Fernández que se estrelló en el travesaño y picó en la línea.
Pero esas llegadas no marcaron un dominio de River a través del juego sino que parecieron acciones aisladas. Ante esto, la postura de Unión no se modificó: buscó el partido, sin enloquecerse pero con la determinación de aquél que especula. Por ese motivo, por momentos, el partido se hizo de ida y vuelta. El empate, en definitiva, terminó siendo merecido para este River que, por lo visto, aún no arrancó.
Fuente: Olé