Antes de su retiro, el volante se lanzó en un proyecto ambicioso para ayudar a los jugadores del fútbol sanrafaelino a crecer en la profesión.
Conocido por su carácter singular dentro del campo, su facilidad para hacer amistad en los planteles y su carrera deportiva, Sebastián Zúñiga, quizás más conocido como “Cabezón”, aprovechó estos meses de confinamiento para cranear su futuro ligado al deporte que ama y el que tantas alegrías y satisfacciones le dio. Aunque su costado jugador quiere seguir un año más, dijo, “me encantaría retirarme dentro de la cancha no por el virus, pero no sé si llego” señaló.
A partir de una charla con un amigo y pensando en todo lo que luchó para llegar hasta donde llegó, surgió la idea, de “ser algo así como un representante, alguien que ayude a los jugadores”, definió; “por los contactos que tengo y los conocidos dentro del ambiente del deporte”. Recuerda que, al no tener representante, el mismo se encargaba de arreglar su sueldo y de negociar con dirigentes.
A partir de lo que vivenció en su carrera futbolística explicó, “quiero ayudar a los jugadores de San Rafael, de los pibes a los más grandes también. Es un proyecto un poco loco porque la mentalidad de acá es muy difícil, hay mucho egoísmo y creo que esa es la razón por la que no avanzamos”. Su argumento se basa en motivarlos con el fútbol y poder hacerlos crecer porque “hay jugadores que son de otra categoría, pero se pierden en los vicios comunes, y motivarlos así es una buena opción”.
En un año difícil para todos, entiende que es un desafío lanzarse con este proyecto y aunque siente que no logró lo que soñó como jugador, está seguro que no hay límite de edad para alcanzar cualquier objetivo, “un claro ejemplo es Lucas Gamba, llegó de grande a Primera División; aunque nos hicieron creer que con 24 o 25 ya no tenemos oportunidad”. Reflexionó, “tengo casi 40 años y sigo jugando, y en los clubes en los que estuve jugué de titular eso es porque los pibes se van perdiendo, no porque uno sea diferente a los demás; los pibes pierden la motivación y dejan”.
Sin pelos en la lengua, aseguró: “soy una persona normal que no tiene plata, pero tiene un sueño. Y trato de buscar gente que me ayude a cumplirlo”, agregó “mi idea no es lucrar con los jugadores, es ayudarlos y ellos creciendo como profesionales me van a ayudar a mí. Es algo que va de la mano”. Explicó también que “el objetivo de este proyecto es ser transparente, hay un equipo que me acompaña: abogado, odontólogo, kinesiólogo y demás”.
Específicamente manifestó que quiere “que el jugador se sienta con recursos y se sienta apoyado. Hay que poner atención en lo anímico, en lo psicológico, en la vida personal que para mí es lo más importante. El jugador de fútbol sin cabeza no avanza. Tiene que sentirse el mejor, porque sin esa motivación se estanca y no intenta superar al otro, es una manera humilde de automotivarse”.
Afirmó a su vez que “el psicólogo deportivo es fundamental, desde chico, porque hay que atravesar diversas etapas y en el camino nos vamos encontrando con la necesidad de tomar decisiones”.
Sobre su sueño en particular declaró, “quiero que San Rafael sea una potencia en el fútbol argentino, porque hay mucho talento; ciudades más chiquitas que esta tienen equipos jugando en la Primera Nacional, incluso algunas en Primera División. De todos los clubes se pueden sacar jugadores, porque hay capacidad”.