El piloto sanrafaelino, alejado de las pistas por este 2020, analizó su actualidad y repasó sus inicios.
De cuna fierrera, tanto Gonzalo como su hermano mayor, Matías, crecieron en el taller de su abuelo. Siempre impulsados por su papá, casi ideólogo de la carrera de ambos, fueron creciendo desde temprana edad en los kartings. El menor de los Antolín recordó “arranqué de muy chico, corriendo en karting desde los 6 años junto con mi hermano que tenía 8 en ese momento. El corrió una carrera y a la siguiente me gustó a mí, así que empezamos juntos y así crecimos”.
El camino no fue fácil, destacó, “sobre todo por la parte económica”. Tras 5 años de competir en karting y “como en el taller teníamos autos, mi papá subió a mi hermano con 15 años a un Gordini; a partir de ahí dejé de correr para darle lugar a él, porque económicamente no teníamos los dos para correr”. Dos años más tarde, su hermano le cedió el volante en el mismo auto, y por acuerdo común, decidieron correr uno o dos años cada uno. Matías llegó a correr en Clase 2 del Zonal Cuyano, muy joven; “que es una de las categorías más importantes del zonal y que más disfrutamos correr; de chico siempre la veíamos y nos encantaba” agregó.
Tras el debut de su hermano en un Ford Escort en 2013, año en que salió capeón; Gonzalo debutó en a dos fechas del final, “yo seguí corriendo durante el 2014 con 18, 19 años y logré el campeonato. A partir de ahí, apostamos a algo a nivel nacional en la categoría Turismo Pista” relató. Acostumbrados a ser solidarios entre sí, el primero en debutar fue Matías, pero “en 2017 y hasta 2018 pudimos correr los dos juntos en la categoría nacional y ese último año logré el campeonato con el Corsa” contó. En 2019, recordemos, volvió a campeonar, pero por decisiones que lo excedieron a él, su trabajo en la pista y a su equipo, el trofeo se le otorgó a Mauro Salvi.
A destacar la solidaridad entre hermanos, la paciencia y el apoyo mutuo, entre ambos no hubo egoísmos y respetaron la oportunidad del otro. “Mi hermano me acortó todos los caminos, más allá que a nivel resultados yo tuve un poco más de suerte, no significa que yo sea mejor ni nada por el estilo”. El piloto sanrafaelino enfatizó “que no hubiera resentimiento ni enojo fue la clave para lograr lo que logramos y sobre todo vivir esos dos años que nos tocó correr juntos a nivel nacional. Ni siquiera cuando corrimos en karting pudimos compartir pista juntos”.
La familia, en primera línea siempre, “apoyó nuestras locuras, mi papá no es solo nuestro preparador, sino también nuestro guía en este deporte. El automovilismo fue el deporte más fuerte en la familia. Y mi mamá como fanática de sus hijos, no le quedó otra, aunque nos hubiera gustado cualquier otra cosa, ella también hubiera estado siempre apoyándonos; nunca faltó a ninguna carrera”. Gonzalo resaltó que “para poder hacer todo lo que hicimos, muchas veces ellos no se fueron de vacaciones y no hicieron un montón de cosas por nosotros, creo que todo eso dio sus frutos y hemos lo hemos disfrutado muchísimo”.
En un 2020 atípico, Gonzalo señaló, “arrancamos el año e hicimos dos carreras en Turismo Nacional. Hicimos algo medio loco; llegamos con lo justo a correr dos carreras y arrancó la pandemia”, además, agregó que “lo que resta de este año no voy a ser parte de la categoría por una cuestión económica”. Pese a tomar el desafío, argumentó que “estamos en una etapa en la que el grado de madurez que tenemos, no digo que no me afecta no correr, pero entiendo que estábamos haciendo algo que era muy complicado, pero no voy a bajar los brazos más allá de esta pausa que tengo que hacer”. Sin perder el tiempo, decidió continuar estudiando para tratar de recibirse a fin de año, “y lo demás retomarlo el año que viene o cuando todo se encamine un poco a volver a la normalidad”.
De aquella carrera en Paraná, Entre Ríos, el piloto sanrafaelino indicó “de ese campeonato que no nos dieron, a los 5 días que volvimos, dimos vuelta la página. La realidad es que, si no hubiera intentado ganarlo y no hubiera hecho esa maniobra, me hubiera venido con la espina de no haberlo intentado”. Más allá de la injusticia dijo “me quedo con la satisfacción de haber intentado todo, aunque a cierta gente no le gustó o le molestó, es parte del deporte en general. Hay injusticia en todos los deportes; y a veces somos tan pequeños para intentar cambiar las cosas que no vale la pena enojarse por eso”.
Si bien todos conocemos a Gonzalo ligado a los fierros, también es aficionado a otros deportes, de hecho, el tiempo que no compitió -y sí lo hizo su hermano- incursionó otros deportes como el fútbol, supo vestir los colores de Pedal “jugaba de delantero, iba con un amigo, en mi casa no me llevaban mucho el apunte; si era para ir a autódromo, sí”. Pero no solo probó con la pelota al pie, también en mano “jugué mucho al handball, frente del taller estaba CEDEP y jugué en los años que no corría. Empezaba a entrenar y competía. Hice un montón de amigo de los cuales sigo ligado”.