HOCKENHEIM, Alemania (dpa) – Un bólido en llamas. Niki Lauda dentro. El austríaco sobrevive, pero tiene desde entonces su oreja derecha deformada y una enorme cicatriz en esa zona de su rostro. Superó rápido el drama y el trauma, y un año después se proclamó campeón del mundo de Fórmula 1 por segunda vez.