A pesar de la rivalidad, a pesar de las gastadas al vecino de toda la vida, la hombría no cambia ni pierde valor, por agachar la cabeza ante la derrota y felicitar a tu «enemigo» deportivo y quizás amigo de la vida.
Este es el espíritu que San Jorge y Belgrano demuestran en cada cruce por cualquier torneo. Este sábado no fue la excepción, Belgrano tenía una larga racha de victorias ante San Jorge, que se extendió durante 4 años y la misma se cortó, con un gran partido del «Santo» que lo dominó en cada aspecto en los que se juega un clásico. Desde la actitud mental, pasando por lo físico y terminando en el juego y la agresividad en ofensiva.
La alegría de San Jorge por torcer la historia y cortar esta racha, que alguna vez supo mantener a su favor por 27 años, la tristeza de Belgrano, justamente por perder ese beneficio, de ser el dueño del barrio, durante largo tiempo, nada opacó la fiesta, la fiesta verdadera, la fiesta del rugby, la hombría de ganar y no gastar, la hombría de perder y estrechar la mano al ganador, en definitiva el clásico terminó siendo «La Fiesta de todos».